viernes, 15 de julio de 2016

TEXTOS DRAMÁTICOS




TEXTOS DRAMÁTICOS







El texto dramático


El texto dramático es un texto escrito, de carácter literario, dispuesto para una representación en un escenario. Es un elemento que forma parte de un proceso de comunicación, que se dirige a la representación y a la lectura.
En el teatro, el acto comunicativo se complica bastante; en principio existen tres emisores (autor, director, actores) y la obra (parte del mensaje) se desdobla en dos textos: el texto literario (dramático, pues contiene dramaticidad, un carácter que comparte con la narración y con la lírica), y texto espectacular (teatral, pues representa la teatralidad, exclusiva de él como texto dramático y de la representación). También el receptor es complejo, porque se desdobla en lector (individual) y espectador colectivo (público).
Una definición del texto dramático podría ser ésta: un texto escrito en forma dialogada, preparado para una representación, en un proceso de comunicación en el cual los elementos fundamentales se desdoblan. En la representación, los personajes ficticios creados por el autor y representados por los actores, entran en contacto directo con los receptores, el público.
La condición del texto dramático está marcada precisamente por el hecho de su finalidad, es decir, porque está destinado a su representación. Los elementos no verbales están incluidos, propuestos o sugeridos por el propio texto dramático (mímica, entonación, gestos, etc.). En la representación, por otra parte, se confunden el tiempo de la acción significada y el de la acción representada, con un uso específico del presente y del estilo directo.
El texto dramático contiene, además, acotaciones, que se relacionan con el diálogo e indican las condiciones de la situación. Por tanto, es un texto muy diferenciado de otros textos literarios, como la novela o el poema.
El texto dramático está formado sólo por palabras escritas, pero parte de ellas se destinan a la realización oral (diálogo) y otras (acotaciones) se transforman en signos no verbales que aparecerán simultáneamente a los signos verbales. Sin embargo, en el propio diálogo hay referencias continuas a las acciones, movimientos, gestos y situaciones. Los diálogos se presentan en el escenario en su forma oral y en el entorno que exigen según su significado: tono, timbre, entonación, gestos, etc. El diálogo desarrolla la historia escenificada sin aludir directamente a la situación inmediata, mientras que las acotaciones diseñan la escenografía e informan acerca de movimientos, objetos escénicos, vestuario, etc. Se considera que las acotaciones tienen un valor funcional para la puesta en escena y que por lo general carecen de valor literario, valor que se reconoce al diálogo. Pero en ocasiones las acotaciones se integran en la obra con valor estético o literario, de modo que cumplen una doble función: la práctica o funcional para la puesta en escena y la estética, dirigida al lector individual.
La representación es la realización en el tiempo de unas posibilidades virtualmente contenidas en el texto dramático; por realizarse en el tiempo, no queda fijada. Se confía a un grupo de diferentes productores (técnicos y artistas), mientras que el director de escena coordina a todos ellos y sus producciones y controla la unidad general. Cada elemento carece de autonomía, pues forma parte de una unidad total previa desde la que se organizan los diferentes textos aportados (luz, sonido, colores y formas, etc.). El texto totalizador que presenta un director en una puesta en escena concreta es el resultado de jerarquizar en una unidad coherente todos los textos o signos parciales. El texto es un hecho estable, la representación es un acto que realizan los actores en un tiempo y espacio determinados, y al finalizar desaparece. Para aclaración de este concepto, vale el ejemplo de la música; una partitura permanece estable, mientras que las interpretaciones diferentes y puntuales son temporales y cambiantes. En este sentido, el texto dramático puede considerarse una “partitura” dispuesta para su interpretación puntual.

Tres características tienen el texto dramático en su relación con la representación:

Precede a la representación, que se realiza a partir del texto.
Permanece igual en su forma, mientras que la puesta en escena o representación puede ir variando a lo largo del tiempo.
Persiste después de la representación sin que ésta le haya influido en su forma.
La valoración teórica y práctica del texto dramático respecto a sus relaciones con la representación ha tenido diferentes consideraciones a lo largo de la historia literaria y teatral:

Se ha concebido y realizado la representación como una simple traducción y forma de transmisión del texto. El texto se ha considerado un mero pretexto para la creación de una obra del director de escena.
La representación se ha visto como un mensaje emitido en varios códigos y de múltiples niveles jerarquizados, que va más allá del texto escrito.
Representación y texto se han considerado unidades autónomas por completo.
A lo largo de la historia y hasta muy recientemente, el texto escrito ha tenido supremacía en las creaciones y en la historia teatral, pues la representación se veía como algo eventual, lo que hacía olvidar sus valores en beneficio de la palabra escrita. Actualmente, en posiciones al otro extremo, se da prevalencia a la representación. Sin embargo, hay que considerar que la teatralidad no se limita a la puesta en escena, sino que pertenece también al llamado “texto espectacular”, que es paralelo al texto literario o dramático. La teatralidad nace de todo el conjunto.
No se concibe el teatro sin palabra interior o exterior; no hay representación sin texto, pues entonces se trataría de otro tipo de espectáculo, pero tampoco se concibe un texto dramático, real o virtual, que no se disponga a la representación, pues entonces se trataría de otro género literario.


Basado en “Semiología de la obra dramática” de Mª del Carmen Bobes.


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